30 de diciembre de 2014

Un centímetro.


Yo no existo cuando camino. Me alejo lo más posible de la gente, veo el cielo nublado, y las hojas que aún agonizan desde el invierno. Pobres hojas que nadie más mira.

Antes de darme cuenta estoy frente a un semáforo en rojo. Miro los autos por inercia, buscando algo, una oportunidad. "Puedo cruzar". Está todo lejos, todo tan lento. Yo puedo ir rápido, yo puedo alcanzar a cruzar.

Pero a medio camino un auto furioso adelanta, y está ahí, frente a mí, frente a mi cuerpo, que frena en seco. Eso era lo que estaba buscando, eso era lo que necesitaba. La cura a todos mis dolores, la anestecia a mis heridas abiertas. Ahí esta. Mi corazón late, como si fuera la última vez: frenético, sin control. Mis venas zumban, mi rostro deja toda emoción. Lo siento en la punta de mis dedos, es tan inminente.

Tengo un segundo, un segundo antes de que me arrollen. ¿Dolera? "Da un paso". Es una orden, un mandato tan primitivo: Pura supervivencia. Es una de las voces, e irracionalmente, le hago caso.

Doy un paso.

Y el auto pasa a un centímetro de mí.

Rugiendo por la víctima que no obtuvo.

Y camino por la Alameda llena de pánico, sientiéndome tan putamente encerrada. Ahí. Al aire libre. Cuento hasta cinco, respiro hondo, miro el piso, cuento, miro el piso, ellos me están viendo. Quiero vomitar. Voy a vomitar. Tan cerca. Tan próximo. Tan enjaulada. ¿Por qué? ¿Por qué di el maldito paso? Soy presa de otro ataque que amenaza con hacerme gritar. Quiero romperme, quebrarme, destrozarme.

Tan cerca.

Solo un centímetro.

26 de diciembre de 2014

Tormentas, II.


De esta manera aprendemos que el tiempo pasa inexorablemente, y que cada segundo que cuentas es un desperdicio, que todo es tan efímero como la risa de un niño.

Puedo aprenderlo, pero no lo aplico.

El tiempo es algo que pasa por encima de mí, dejándome en un espacio en blanco, entre olvidos y comas inducidos. Pasa un día, pero es como si pasará un hora. Abro los ojos y un mes completamente nuevo me saluda. No sé qué día es, en qué minuto mi reloj interno paró. Al parecer, sigue en un mismo 16, en un mismo Noviembre, hace un año, porque el corazón me duele de la misma manera que hace ya tantos días.

La gente no entiende. La gente no sabe. Ven a la chica con los ojos perdidos, pero no se atreven a indagar más. Preguntan "¿En qué mundo andas?", pero en realidad no quieren saber. Yo lo entiendo. Yo tampoco quiero saberlo. No quiero saber lo que sucede en esos espacios negros de mi memoria, porque de alguna manera, sé que estoy mejor no recordándolo.

Las piedras me quieren hacer caer. Los ojos de la gente me sumergen en una crisis de pánico que amenaza con hacerme gritar y destrozar aquellas prendas de ropas. He perdido mi control y ahora todo es caos, caos, caos...

"A él lo conoces. Sonríe. Saluda. No demuestres que estás a punto de gritar. Sigue adelante."

No me toquen, no me toquen, no me toquen...

Así que nos enseñan que el tiempo sigue pasando, pasando sobre nosotros, los enfermos, los no-capaces, los naúfragos de instantes fugaces, los de futuros inciertos, los de dolores incurables. Somos los perdidos de las tierras secretas, los viajeros adormecidos que perdieron su tren, o su destino. Nadie sabe que hacer con nosotros, así que nos dejan vagabundear por sus lugares, tan impropios, tan ajenos, tan perdidos. Nos miran con compasión, porque el tiempo corre con ellos. Sin nosotros. Sin la paria. Sin la enfermedad desgarradora.

Y saber esto, comenzó mi segunda tormenta.

24 de diciembre de 2014

Navidad

Tal vez hoy nos hubiéramos juntado y habríamos intercambiado regalos.
Tal vez el mío sería hecho a mano, y el tuyo un poco más caro.
O tal vez simplemente hubiéramos estado juntas y nos habríamos mirado, besado, incluso amado. Nos habríamos dado el mejor regalo: La compañía.
Pero ahora nos quedamos en eso, una felicitación anónima que nos dilata los corazones.

Feliz navidad, bonita.

16 de diciembre de 2014

¿Qué se sintió?

''¿Qué se sintió, Paloma?''

Se sintió tan instantáneo, tan pequeño, tan universal, tan estrellado, tan fantasioso, como si todo hubiera sido solo una broma de mi subconsciente. Tan como el viento entre los árboles, o las olas contra las rocas, o las flores enredándose en sus cabellos. Tan simple, delicado, hermoso.

''¿Por qué estás tan herida, Paloma?''

Por ella, por nosotras, por el tiempo que perdimos y que ya no recuperaremos. Por la otra punta del hilo que se me escapó de entre las manos. Por el miedo a que la herida vuelva a encerrarme en aquel ciclo tortuoso, aquel que no nos dejaba respirar sin llorar.

''... ¿Por qué sonríes, Paloma?''

Porque fue tan maravilloso, tan calmado. Todos mis recuerdos junto a ella están bordeados de luces angelicales, como un inmenso sueño del que no pude sino despertar. No fue animal, no fue hormonal, no fue nada de eso. Fue amor, fue jubilo, fue espíritu.

''¿Y entonces por qué...?''

Porque también fue frío, inexperto, inquieto. Fue demasiado juvenil, demasiado extremo. Nos llevó hasta la catarsis más nebulosa y nos dejó, destruidas, desahuciadas, vacías. Nos asfixiamos con promesas que no cumplimos y vimos del futuro un tanto más que del presente, entonces aquel instante de nosotras se había perdido por descuido, por arrebato infantil. Lo perdimos. Nos perdimos.

''Y ahora... ¿Qué?''

Ahora vivimos de otros amores, ahora vivimos de todo lo que nos conforte, lo que nos produzca un poco de calor. Ahora vivimos destruidas, vacías, intentando aliviar nuestros corazones helados. Busco placeres que me provoquen adrenalina y no calma, actividades que me hagan gritar y no estremecer, busco gritos, no susurros, busco todo lo que no me recuerde a ella, excepto que cada vez que me decían amor, la pensaba, la abrazaba, la estrujaba entre mis brazos. ¿Ya no más? No lo creo. Pero ya no es una herida que duela como la muerte. Ha sanado. Ella es un moretón que me encanta tocar para ver si sigue doliendo.

11 de diciembre de 2014

"¿Por qué?"

Es un día cálido, veloz, entretenido. Casi no hay nubes en el cielo, y eso es gratificante. En una sala llena estoy yo, disfrutando de lo que tanto me gusta. Me estoy riendo, pero también estoy incómoda. ¿Por qué?

La sala se vacía, aunque no por completo. Quiero irme a casa, pero no me dejan. No me dejan. Algo está mortalmente mal en esta situación, y cada vez que estoy apunto de irme, hay otra razón para quedarme. Me pasan una botella plastica, tiene un líquido azul. ¿Jugo? Huele bien. ¿Por qué algo está tan mal? Me comienzo a sentir dormida, perpleja, confusa. La gente me sonríe y se ondea grotescamente frente a mí. Caigo al suelo porque mis piernas ya no me soportan, pero no pierdo la consciencia, no quiero perder la consciencia. Me toman en brazos, como a un bebé, y sé que tengo que huir, ahora, de inmediato. Pero ni siquiera mis brazos responden. ¿Por qué? El susurro sale de mis labios, que también se duermen. Por diversión, escucho, pero los únicos que se divierten son ellos. Negro. Ahora todo es negro. Al parecer mis ojos también decidieron irse a dormir.

Vuelvo a abrir los ojos, y todo es tan borroso, indoloro. Hay caras, caras que se supone debería conocer, pero no conozco. Se siguen riendo, y yo no puedo enfocar bien, no siento nada de mi cuerpo, no tengo voz, o tacto, ni siquiera olfato. En el último segundo antes de que mis ojos caígan otra vez, me doy cuenta de que me están pegando.

Es extrano ahora. En esa total oscuridad siento cosas recorrerme el cuello. Es placentero. ¿Por qué estaba tan preocupada? Pero entonces salgo a la superficie, mis parpados se levantan y lo veo, algo con apariencia animal, monstruosa, aunque sé que es una persona normal. Está encima de mí. Está dentro mío. Me está destruyendo, haciendo pedazos. No quiero estar despierta.

La luz interrumpe mi cita con la oscuridad. Estoy en otra sala. Estoy sola, desnuda y deshecha. Mi ropa está a un lado, ni siquiera me miro el cuerpo cuando me visto. Ellos van a volver, volverán. Salgo corriendo, pero aún estoy dentro del liceo, me siento atrapada,  asfixiada. Miro hacia todos lados, y aquel lugar está repleto. Todos me miran y yo me vuelvo histérica pensando que alguno de ellos estuvo allí, uno de ellos fue quien me hizo pedazos. ¿Por qué, por qué, por qué? No reconozco a nadie en ese lugar, debo encontrar a alguien que me ayude, que me calme. Las lágrimas están llegando y yo corro, corro con la esperanza de encontrarme con alguien. Y lo hago.

Caigo al los pies de esas personas que tanto buscaba. Y me pongo a llorar tan pronto como mis manos tocan el suelo. Ellas me recogen, me preguntan qué ha pasado, pero tengo miedo de decirles, tengo miedo de que esto pueda pasarles a ellas también. No puedo dejar de llorar. Estoy sola. Estoy peor que sola. Y no puedo dejar de sacudirme por el llanto. ¿Por qué? Me lo preguntan ellas, me lo pregunto yo. Es lo único que puedo formular.

De pronto las rejas del colegio me llaman la atención. Como una cárcel. Nadie hizo nada. Todos lo sabían y nadie hizo nada. ¿Por qué me siento tan encarcelada?

"¿Por qué no puedes dormir bien?"
Por eso,  porque mis sueños se tratan de desconocidos con cuerpos animales, de dolores de cabeza, de miedos, de terrores, de monstruos. Por eso no puedo dormir bien. Por eso tengo tanto miedo.

24 de noviembre de 2014

¿Qué siento?

Duele.
Me duele en las entrañas el nerviosismo, la tristeza, el cansancio.
Me duele en la punta de los dedos la ansiedad, las ganas de despedazarme el cuerpo inútil.
Quiero quitarme la sonrisa de la cara porque hace daño, hace un daño profundo e irreversible, pero no soy capaz de hacerlo, no en público. O sonrío hasta que se hartan, o me hago pedazos allí mismo, frente a todos esos ojos inquietos por verme caer.
Me siento trastornada, débil, temerosa. La misma sensación de que algo ocurrirá me atormenta ahora, y quiero perder la consciencia para no vivirlo. Se me están cayendo las capas de piel, las uñas rotas y las pestañas quemadas. No resisto esta metamorfosis que duele hasta la médula. Un cambio grande se avecina y lo sé. Pero yo no quiero más cambios.
No soy un gusano, no soy una mariposa, soy un bicho apestoso encaramado a unas ramas, a la espera de que algo pase para salir huyendo. Inyecto rabia en los cuerpos de la gente, les derramo espuma ácida en sus cuerpos perfectos para que se sientan tan mal como yo. Quemados, desfigurados, irreconocibles incluso para ellos mismos.

Los demonios tiran de mis pies y mis manos, tiran de mi cuello mientras me asfixian, tiran del cuchillo clavado hasta lo profundo en mi pencho. Pero no me matan, no mueven nada, dejan todo tal y como está, supurando sangre y pus. Dejando las infecciones recorrerme el cuerpo, haciéndose con cada célula viva, con cada centímetro de sangre bombeada.

Eso... Eso es estar podrida.

6 de noviembre de 2014

¿Quién soy?

Mis ojeras me delatan. Los remolinos de lo consumido me asfixian, me atrapan. Giro en torno a plantas y bencina, entre líquidos y papelillos. Los olores de sustancias nocivas y ya conocidas me llevan a una corriente vertiginosa. Mi piel comienza a picar cuando recuerdo la sensación de flotar sin cuerpo, cuando miro las nubes y un cielo que podría ser estrellado. Una mezcla de colores y sonidos se agrupan en mi mente, como imágenes yuxtapuestas y en exceso histéricas. Las risas de algo que no fue chistoso martillean en mi cabeza. Viajes a lugares que no he visitado nunca me han llenado por completo.
Conversaciones nerviosas, párpados caídos y pupilas dilatadas. Sudores fríos que entretejen mi piel y me hacen subir a delirios mucho mayores. Alucinaciones que ya conozco y he visto me preocupan ahora. Hemos dejado de ser niños y mi cuerpo ha pasado a ser usado para la entretención momentánea. Pierdo la noción del espacio cuando mis pies tocan suelo. Mis uñas recorren la dermis de mis brazos con fuerza y rapidez. El dolor trae la calma, y la calma trae placer.
Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy hecha un desastre, tengo la piel de los brazos en carne viva y la respiración desenfrenada. Siempre pido que los recuerdos sean pesadillas demasiado reales, pero las pruebas de mis pecados están ahí, la evidencia en mi cuerpo y en los lugares donde estuve.
¿Esto es lo que quiero?

¿Qué pasó?

La mañana es calurosa, pero a la vez fresca. La salita blanca es lo suficientemente luminosa por los ventanales como para distraerme de la conversación. El hombre frente a mí me estudia, me pregunta cosas y habla con tono condescendiente, como si estuviera explicándole a una niña por enésima vez qué es un colegio.
Hablaste de ansiedad... ¿Podrías explicarme bien aquello?
Mis ojos se posan en él como si nunca lo hubiera visto antes.
Es como si algo grande, malo, demasiado desagradable fuera a pasarme. Esa desesperación me hace sentirme... Abatida, pero al final es como una tristeza sin causa, la mayoría de las veces no hay una razón detrás, solo eso... Ansiedad y una tristeza extrema.
El resto pasa como un borrón en mi memoria. Jamás lloro, no es algo que haga cuando estoy contando como me siento. Antinatural, eso me haría sentirme aún más débil. Aunque es como si todo el mundo esperara que lo hiciese, que en cualquier momento me rompiera a pedazos y deje de ser yo misma. No sucederá. Nunca.
Y de pronto eso grande, malo, demasiado desagradable para mí, devastador, pasa. Sucede. Me envuelve, me asfixia, me toma por completo. Me sumerge.
¿Qué sientes ahora?
Lo he perdido todo, o al menos así se siente.
Es como si la tristeza sin ninguna razón se haya amarrado a la muerte. Ahora lo único en lo que pienso es en eso.
Ya no hay salas luminosas y pequeñas. Las escenas de la película andante vienen y van tan borrosas que dudo de si realmente sucedieron.
Ya no puedo creer en ningún para siempre, simplemente no puedo, en cualquier momento la muerte alcanza a las personas que quiero. No puedo arriesgarme, no puedo hacerlo.
Han dejado de asfixiarme, han dejado de mantenerme congelada. Las sombras se van. El caos desaparece. Pero no es tan fácil, nunca es tan fácil. Ahora, por las noches, estoy sola. Pero el silencio es angustioso. El silencio es histérico. Me está dejando sin dormir, me estoy torturando sola.
Debería, debería, debería... (Deberías estar muerta)
No de nuevo, no ahora, no tan pronto. Estaba durmiendo, estaba dejando de sentir el apretón en el pecho. Estaba volviendo a sentir. Ya no estaba entumecida. No de nuevo, no ahora.
Volvió el caos, mamá.
Esta noche, vuelvo a sentir los ecos del pasado, arrastrándome, llamándome, acogiéndome con su sombra y sus gritos sordos.

26 de octubre de 2014

Elecciones

¿Vendrá en la naturaleza humana darse cuenta en los últimos momentos de que en realidad eres mucho más feliz de lo que crees?

Mi vida es una historia feliz con momentos tristes, no una historia triste con momentos felices, pero estaba tan cegada en mi propio dolor, que no había podido verlo yo misma.

No soy un títere desgastado, no soy un trapo sucio, soy libre, soy un todo, soy un ser completamente vivo. Ya no me estoy ahogando, ni congelando, ya no me estoy pudriendo, ya no estoy triste.

Porque todos mis días han sido fascinantes, curiosos, sentimentales, magníficos. Porque la risa me ha pillado rompiéndome a pedazos y me ha unido en un solo murmullo reconciliante. Porque siento que el mundo está en mis manos, me siento eufórica.

Estoy rodeada de sentimientos, de imagenes delirantes, de sonidos extravagantes. Bailo, grito, río, salto, corro, me muevo como si nunca lo hubiera hecho, con los ojos de un niño que ve todo por primera vez. Lloró con lágrimas consoladoras, susurrando palabras que sé, se cumplirán: "Estarás bien".

Mi paraíso en la tierra ha llegado, no hay fines del mundo, ni gratidud superior a la mía, gracias por todas las oportunidades que me han dado, y gracias por todas las elecciones que he tomado.

O eliges las cosas buenas, o las cosas buenas te eligen a ti, pero todo va en eso, en algo tan bonito como las elecciones.

17 de septiembre de 2014

Frágil.

Por las mañanas, un pequeño rayo de luz se cala por las cortinas.
Por las noches, un reflejo de las luces de la ciudad cruza por las ventanas de mi habitación.
Por las tardes, los recuerdos de tiempos pasados bailan al son del viento, gritos de pequeños niños jugando se inyectan a través de mi oídos y supuran, agonizan en torno a una mente sin recuerdos.

Me siento frágil y fácilmente rompible cuando los fulgores de las épocas del día tocan mi piel, causan estragos en mis ojos y dejan una sensación desconocida en mi interior.
Me siento frágil cuando unos ojos cafés y achinados me miran con curiosidad, como si fuera una especie de ejercicio matemático que debiera resolver. Cuando me sonríen, cuando me miran con cautela, con recelo, cuando atisbo un poco del miedo que me tiene. Él sabe lo capaz que soy de herir a la gente.
Me siento frágil cuando por las mañanas soleadas, las tardes nubladas y las noches oscuras mi cuerpo se contrae y arquea en busca de una paz inexistente. ¿Aterida, dices? Sí, se parece mucho a eso.

La búsqueda constante de la felicidad me tiene fuera de mi cuerpo.
La palabra inefable se pasea ante mis parpados desfigurados por el cansancio que no logro suprimir.
El dédalo se ha desatado en mi cabeza, en mis ojos, en mi pecho.
Vago por mundos extraños y colores jamás antes vistos, no sé qué es pesadilla, no sé qué es fantasía, qué es realidad. Me gustaría decir que perdí el rumbo, pero la verdad es que sigo igual que siempre.

Ineluctable. La inepcia gobierna las lluvias ácidas que caen por cuerpos descubiertos.
Heridas de carnavales fermentados enmarcan pieles blanquecinas de animales libres, que en algún momento estuvieron tras las rejas.
Me dijeron: Hacía el caos. Y yo pregunté por la calma. El silencio fue la única respuesta que recibí.

Hacia el caos y la calma, me dijeron un día, pero antes de poder seguir sus pasos, ya todos habían desaparecido.

9 de septiembre de 2014

Cabellos rizados.

Miro fotos del pasado con una lentitud agonizante. Mis ojos se llenan sin explicación cuando veo una sonrisa en esa chiquilla de ojos brillantemente azules y cabellos desordenados y rizados. La felicidad es tan subjetiva.

Miro fotos de hace 8 años con una sonrisa desgarrada. ¿Dónde están esas dos niñas que jugaban con todo y se reían de nada?

Miro fotos de hace 5 años con el rostro contraido de dolor. ¿Dónde están esas tres infantes que se escondían en los baños y bailaban en los patios? Aún las busco, aún no acepto que ya no somos más.

Miro fotos de hace 2 años con las lágrimas corriéndome por las mejillas. ¿Las cosas pueden cambiar tanto en ese periódo de tiempo? La felicidad, ¿exactamente qué es eso?

Miro fotos de hace unos meses y no sé cuál es mi expresión. ¿Miedo? ¿Rabia? Las cosas no han cambiado nada. Sigue el mismo dolor de siempre, de todos los años, in crescendo.

¿Qué estoy haciendo, mirando el pasado?

Me duelen tantas cosas, me siento magullada, destrozada por todas partes. Tantas cosas en mi cabeza. Presión tras presión, culpa tras otra. Me estoy ahogando sola.

Sé que soy la gota que derramó tu vaso. Tú fuiste la gota que derramó mi vaso, pero aceptémoslo, hace ya tiempo que nuestros vasos están rotos.

La gente es mala, oscura. No confíes en ellos, por favor, no confíes en ellos.

8 de septiembre de 2014

Negro.

El miedo corroe, mata.

Cada esquina es fuente de delirio.
Cada sombra es causa de locura.

Y una niña de cabellos negros como la noche es mi visita esta noche... Un largo tiempo ha pasado desde la última vez.
Y un señor ya conocido me ha seguido todo el día, errante.

Me paralizo, me entumesco, pierdo la cordura y me encierro.

Ponte los audífonos, pon la música, súbele lo más que puedas, no escuches sus murmuros, no mires la oscuridad, no grites de terror... No, no, no.

Hoy peor que nunca, hoy peor que nunca.

Han vuelto, han vuelto. Una danza en medio de la tormenta: Ya no estoy tan sola.

No mires la oscuridad, la noche podría ser más larga.

2 de septiembre de 2014

Te quise con todo y tu frialdad.

No he querido hablar de ti. Quería calmarme, dejar que el enojo se fuera, dejar de escupir veneno cuando escuchaba tu nombre. Ahora más bien vomito mariposas muertas, una consecuencia de quererte, seguro.

Dije que nunca podría odiarte, pero tú misma lo haz dicho, eso es más fácil.

Ya no te quiero, ni un ápice, ni un poquito.

¿Qué nos hicimos?

Un brindis por lo que no fuimos.

No sé quién es culpable o inocente. ¿Ambas, tal vez?

Me rompiste de la peor manera posible. Confíe en ti y me despedazaste. Creíste en mí y te traicioné. ¿No somos el mismo monstruo?

Odio de ti lo mismo que odio de mí. Ya no sé qué amé.

Lloré por ti. Me arrepentí y me clavé un cuchillo todas las noches por ti. Cuando ningún ojo se posaba en mí, me desvanecía pensándote. Pero no fue suficiente. Nunca fue suficiente.

A los ojos de todos y gracias a mi silencio, siempre seré la peor. Y lo soy, a final de cuentas. Pero tú, mi amor... ¿Haz pensado en eso que destruiste en mí?

16 de julio de 2014

''El pulso de tu corazón se acelera, el ritmo que llevábamos se terminó''

Me he convertido en un monstruo.
No creo que lo puedas entender.
Tú sigues tan hermosa como siempre, tu risa sigue siendo una luz en la oscuridad profunda.

Y yo... Yo convierto en hielo lo que toco. Y tengo tanto miedo de tocarte.
Pero cuando lo hice me aferré tanto a ti, un momento de calor en un invierno irrompible.

Me ahogo en lágrimas que jamás salen de mis ojos pensando en ti.
Me ahogo intentando respirar de ti, una vez más.
¿Acaso no es suficiente? Le pregunto al tiempo que me corroe lentamente, que nos hace olvidar las promesas y nos hace prometer nuevas.

La vida no es para esto, lo sé, pero me es imposible no quererte.
Al final, solo las dos estamos, no hay otro futuro para mí.
Mi voz se ha transformado en una de tus voces. Mis palabras te dañan y lo sé.
Mi distancia nos perfora en lo más hondo, pero no sé qué hacer.

Yo no sé qué hacer.

''Mil y un muros'', te dije. Y los derrumbaste todos solo con ver tu sonrisa.
No eras lo que esperaba ver.
Me estoy convirtiendo en algo horrible, no me veas.

Por favor, ya no me veas.
Soy el monstruo al que tanto temes, soy la pesadilla andante, el invierno inextinguible. Destruyo y congelo lo que toco, y no quiero que tu vuelvas a congelarte, mi sol.

El Sol y la Luna jamás pudieron estar juntos, y aún hasta hoy siguen en triste agonía, juntándose cada cierto tiempo, tocándose, viéndose las caras, y separándose luego, llorando y quedando destrozados los dos.
¿Es necesaria esta agonía?

Dime que esta vez será distinto,
dime solo eso y yo dejaré de temer.

11 de julio de 2014

''I will not let those little things out of your mouth''


No soy capaz de escribir nada desde un 5 de Julio.
No soy capaz de escribir nada desde incluso antes.

No sé qué decir, no sé que hacer.

Tú me tienes mal.

Podría llorar en este instante, estoy tan cansada.

Odio aparentar que no te amo, que no recibo tus mensajes, que tu no existes. Odio aparentar que estoy completamente bien con esto, cuando cada vez que oigo tu nombre los pedazos inútiles de mi corazón se rompen un poco más, como si eso fuera posible.

Te extraño, te amo.

El monstruo también se enamoró de ti, ya no puedo controlarme.

28 de junio de 2014

Noches.

Me gustan las noches estrelladas, despejadas, y las noches lluviosas.
Me gustan las noches como éstas, frías y yo en mi cama.
Me gustan las noches como ésta, donde escribo hasta que mis ojos lagrimean y me siento del todo aliviada, despejada.
Me gustan las noches donde tu recuerdo me invade y la imagen de tu rostro y tu voz inunda mi cabeza, provocando el más placentero dolor de cabeza.
Me gustan este tipo de noches donde no me importa si mis dedos están azules, la causa es mayor que el dolor.

Me gusta cuando te extraño.

Me gusta estar así, con un cuaderno, un lápiz y el computador. Me gusta estar así, escuchando música que espanta voces y cualquier demonio. Me gusta estar así, sin miedo, al menos hasta que esta pequeña velada entre tú y yo termine. Me gusta escribir toda una plana de ''Te odio'' para ti, solo provocando que me ría de mí misma y mis fallidos intentos.

Me gusta olvidarme por un momento de esos pensamientos tormentosos por acordarme de ti, sé que no hay mejor que eso, aunque eso me lleve más rápido a las lágrimas que cualquier voz interna y externa.

''Momentos, la vida se basa en estos momentos: Déjalos ir.''

¿No te gusta la noche? ¿Estoy siendo extraña? ¿Qué haces, no te dije que eras solo mía?

Oh, te amo, ojalá no lo hiciera.
Oh, te odio, ojalá pudiera.
Obsesión, esto no es sano. ¿Lo sabes? ¿Lo sé?
Un tormento.
La lluvia cae.
¿Es el fin del mundo?
¿Significa eso que podemos amarnos sin limitaciones?
Enferma, enferma, enferma.
Oh, pobre enfermedad que nos consume, nos destruye.
¿Quieres ser el último olor que mi nariz perciba?
¿Quieres ser el último par de ojos con manchas que pueda ver?

Déjame derretirme y correr hacia ti, la muerte no tiene limitaciones.

13 de junio de 2014

A ti.

Quiero que me abraces, que me aprietes a ti, que me hables del cielo y las estrellas, que me hables de ídolos, de economía, de países lejanos. 
Quiero que me digas una vez más que me amas. Quiero que me digas que todo está bien, que todo fue un error, que estás acá, sano y salvo. Quiero que me digas que este tiempo no ha pasado, que seguiremos riéndonos juntos de todo y nada; que los domingos seguiré escuchando tu voz al son de una guitarra, junto con la de todos los demás; que me ayudarás a seguir adelante, que me comprenderás, que me entenderás. 
Quiero que me ofrezcas mil pesos por hacerte la cama, quiero que me des unos pocos pesos para ir a comprar un helado para ti. Quiero verte paseando lentamente por la casa, sin ninguna prisa. Quiero ir al baño y que estés tú ocupándolo y que todos me miren con compasión y me repitan, como cada Domingo, que tengo para una hora de espera porque te pones a fumar dentro.
Quiero regañarle por verlo tomar coca-cola, quiero que me diga esos sobrenombres que nunca entendí pero que apreciaba.
Quiero verlo y estar nuevamente en sus brazos, escuchar nuevamente su voz.

Guardaré todos tus te quiero, tus te amo, tus abrazos, tus besos. Guardaré todas tus risas y tus largas conversaciones mientras el sol caía. Guardaré todo lo que fuiste, y lo conservaré dentro de mí. Dicen que la muerte es el olvido, y tú siempre estarás vivo en mí, nunca te olvidaré.

8 de mayo de 2014

Ojos {TaeNy-OneShot}.

No sé porqué me dio por escribir esto, pero esto de Taeyeon con Tiffany... Creo que me representa(?). Ah, qué. Ya, los dejo, que estoy puro jodiendo.


Ojos
TaeNy.
Taeyeon❈Tiffany.


¿En qué momento te perdí? Aún me lo sigo preguntando... -Te amo, TaeYeon...- Y oh, sé que lo hiciste, pero también sé que ya no. Y rompo en lágrimas.

¿Cómo fue que me di cuenta? ¿Tal vez porque cuando me lo dices no me miras a los ojos? O tal vez, porque cuando lo haces, ya no está esa chispa radiante, ahí solo existe compasión. Porque lo sabes, ambas lo sabemos: ¿qué eres tú sin mí? Sigues siendo Tiffany, sigues siendo la eye-smile y la agradable y linda Tiffany. Pero, yo sin ti no soy nada, sin ti, mi mundo se cae a pedazos. Lo sabes, lo sé... Lo sabemos.

Me cubres con tus brazos, esos que tantas veces me han acurrucado en torno a tu cuerpo, pero sé que eso no será más. 

Me preguntas por qué lloro, me preguntas qué me pasa, con la misma suave voz que utilizaste para decirme tantas veces que me amabas... ¿Acaso decirlo tanto gastó su significado para ti? Pero yo te lo podría repetir millones de veces, y jamás dejaría de sentir lo que siento por ti. 

Me besas la frente, preocupada, con esos labios que yo ya he probado hasta extasiarme, pero en el fondo sé que todas esas veces no serán suficientes, ahora los extrañaré más que nunca.

Te miro a los ojos, directamente, y aunque se me nubla la vista por las lágrimas, mantengo tu mirada en esos ojos que tantas veces me miraron con amor y en los que ahora no veo nada. 
-Dime que me amas, Tiffany...
-Taeyeon...
-Dime que amas, no otra cosa, dímelo mirándome a los ojos, dímelo como la primera vez...

Me miras y no dices nada. Yo sé que no hay nada que decir, no me amas, y ambas rompemos en llanto nuevamente. Susurras que te perdone, que te disculpe, pero sé que no hay nada que perdonar.

En el fondo, sé que nadie puede amarme cuando ni siquiera yo lo hago.

25 de abril de 2014

Medianoche


Ya es media noche, y parece que mi mente está mil veces más activa que en todo este puto mes.

Vago por recuerdos que yo ya creía haber olvidado. ¿A dónde se habrán ido por tanto tiempo?
Me he olvidado a mí misma, he olvidado todo lo que he podido ser. ¿Cómo se recupera eso?

Vuelvo a vagar en recuerdos olvidados.
¿Cómo he podido olvidar la sonrisa de aquella vez? ¿O esa lágrima que cayó sin querer? ¿Cómo olvidar el golpe que de pronto sentí? ¿Cómo he podido olvidarme tanto? ¿Cómo he podido olvidarnos tanto?

Tengo un caos interno que va y viene cuando quiere. No le importa si debe o no, solo llega. ¿Cómo no olvidar si apenas me concentro en un recuerdo específico llega el a retorcerme y confundirme?

Algo enfermo está creciendo en mí.

La vida se ha perdido en mis tantos escritos. Hay cosas de las que ya no me acuerdo si escribí realmente yo. ¿Lo hice? ¿Hace cuánto que he perdido la consciencia?

Y la sigo perdiendo...

Y la pierdo.

¿De quién estamos hablando? ¿Es acaso la cobarde que se esconde aún bajos sus mantas?

Ya no se le puede tener miedo a la oscuridad...
Estoy en ella.

¿Me has olvidado? ¿Haz olvidado a este corazón...
que aún palpita?