Es un día cálido, veloz, entretenido. Casi no hay nubes en el cielo, y eso es gratificante. En una sala llena estoy yo, disfrutando de lo que tanto me gusta. Me estoy riendo, pero también estoy incómoda. ¿Por qué?
La sala se vacía, aunque no por completo. Quiero irme a casa, pero no me dejan. No me dejan. Algo está mortalmente mal en esta situación, y cada vez que estoy apunto de irme, hay otra razón para quedarme. Me pasan una botella plastica, tiene un líquido azul. ¿Jugo? Huele bien. ¿Por qué algo está tan mal? Me comienzo a sentir dormida, perpleja, confusa. La gente me sonríe y se ondea grotescamente frente a mí. Caigo al suelo porque mis piernas ya no me soportan, pero no pierdo la consciencia, no quiero perder la consciencia. Me toman en brazos, como a un bebé, y sé que tengo que huir, ahora, de inmediato. Pero ni siquiera mis brazos responden. ¿Por qué? El susurro sale de mis labios, que también se duermen. Por diversión, escucho, pero los únicos que se divierten son ellos. Negro. Ahora todo es negro. Al parecer mis ojos también decidieron irse a dormir.
Vuelvo a abrir los ojos, y todo es tan borroso, indoloro. Hay caras, caras que se supone debería conocer, pero no conozco. Se siguen riendo, y yo no puedo enfocar bien, no siento nada de mi cuerpo, no tengo voz, o tacto, ni siquiera olfato. En el último segundo antes de que mis ojos caígan otra vez, me doy cuenta de que me están pegando.
Es extrano ahora. En esa total oscuridad siento cosas recorrerme el cuello. Es placentero. ¿Por qué estaba tan preocupada? Pero entonces salgo a la superficie, mis parpados se levantan y lo veo, algo con apariencia animal, monstruosa, aunque sé que es una persona normal. Está encima de mí. Está dentro mío. Me está destruyendo, haciendo pedazos. No quiero estar despierta.
La luz interrumpe mi cita con la oscuridad. Estoy en otra sala. Estoy sola, desnuda y deshecha. Mi ropa está a un lado, ni siquiera me miro el cuerpo cuando me visto. Ellos van a volver, volverán. Salgo corriendo, pero aún estoy dentro del liceo, me siento atrapada, asfixiada. Miro hacia todos lados, y aquel lugar está repleto. Todos me miran y yo me vuelvo histérica pensando que alguno de ellos estuvo allí, uno de ellos fue quien me hizo pedazos. ¿Por qué, por qué, por qué? No reconozco a nadie en ese lugar, debo encontrar a alguien que me ayude, que me calme. Las lágrimas están llegando y yo corro, corro con la esperanza de encontrarme con alguien. Y lo hago.
Caigo al los pies de esas personas que tanto buscaba. Y me pongo a llorar tan pronto como mis manos tocan el suelo. Ellas me recogen, me preguntan qué ha pasado, pero tengo miedo de decirles, tengo miedo de que esto pueda pasarles a ellas también. No puedo dejar de llorar. Estoy sola. Estoy peor que sola. Y no puedo dejar de sacudirme por el llanto. ¿Por qué? Me lo preguntan ellas, me lo pregunto yo. Es lo único que puedo formular.
De pronto las rejas del colegio me llaman la atención. Como una cárcel. Nadie hizo nada. Todos lo sabían y nadie hizo nada. ¿Por qué me siento tan encarcelada?
"¿Por qué no puedes dormir bien?"
Por eso, porque mis sueños se tratan de desconocidos con cuerpos animales, de dolores de cabeza, de miedos, de terrores, de monstruos. Por eso no puedo dormir bien. Por eso tengo tanto miedo.