6 de noviembre de 2014

¿Quién soy?

Mis ojeras me delatan. Los remolinos de lo consumido me asfixian, me atrapan. Giro en torno a plantas y bencina, entre líquidos y papelillos. Los olores de sustancias nocivas y ya conocidas me llevan a una corriente vertiginosa. Mi piel comienza a picar cuando recuerdo la sensación de flotar sin cuerpo, cuando miro las nubes y un cielo que podría ser estrellado. Una mezcla de colores y sonidos se agrupan en mi mente, como imágenes yuxtapuestas y en exceso histéricas. Las risas de algo que no fue chistoso martillean en mi cabeza. Viajes a lugares que no he visitado nunca me han llenado por completo.
Conversaciones nerviosas, párpados caídos y pupilas dilatadas. Sudores fríos que entretejen mi piel y me hacen subir a delirios mucho mayores. Alucinaciones que ya conozco y he visto me preocupan ahora. Hemos dejado de ser niños y mi cuerpo ha pasado a ser usado para la entretención momentánea. Pierdo la noción del espacio cuando mis pies tocan suelo. Mis uñas recorren la dermis de mis brazos con fuerza y rapidez. El dolor trae la calma, y la calma trae placer.
Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy hecha un desastre, tengo la piel de los brazos en carne viva y la respiración desenfrenada. Siempre pido que los recuerdos sean pesadillas demasiado reales, pero las pruebas de mis pecados están ahí, la evidencia en mi cuerpo y en los lugares donde estuve.
¿Esto es lo que quiero?

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