2 de septiembre de 2014

Te quise con todo y tu frialdad.

No he querido hablar de ti. Quería calmarme, dejar que el enojo se fuera, dejar de escupir veneno cuando escuchaba tu nombre. Ahora más bien vomito mariposas muertas, una consecuencia de quererte, seguro.

Dije que nunca podría odiarte, pero tú misma lo haz dicho, eso es más fácil.

Ya no te quiero, ni un ápice, ni un poquito.

¿Qué nos hicimos?

Un brindis por lo que no fuimos.

No sé quién es culpable o inocente. ¿Ambas, tal vez?

Me rompiste de la peor manera posible. Confíe en ti y me despedazaste. Creíste en mí y te traicioné. ¿No somos el mismo monstruo?

Odio de ti lo mismo que odio de mí. Ya no sé qué amé.

Lloré por ti. Me arrepentí y me clavé un cuchillo todas las noches por ti. Cuando ningún ojo se posaba en mí, me desvanecía pensándote. Pero no fue suficiente. Nunca fue suficiente.

A los ojos de todos y gracias a mi silencio, siempre seré la peor. Y lo soy, a final de cuentas. Pero tú, mi amor... ¿Haz pensado en eso que destruiste en mí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario