24 de enero de 2016

.butterfly.

Mariposas nocturnas señalan su camino, está tan cansada que sabe que no lo lograría por sí sola. Se pregunta cuál ha sido el momento exacto en el que ha empezado de nuevo, en que el vacío ha empezado a esparcirse por su estómago, por su pecho, por sus manos. ¿Desde cuándo es tan difícil no despedazarse los brazos, controlar las voces, los insultos? Tiene miedo, tiene miedo de empezar de nuevo, porque no está segura de poder salir otra vez, de poder frenarse ante las ganas de saltar frente un auto, las ganas de verse la piel llena de heridas sangrantes.
Se acuesta en su cama llena de mariposas y piensa en que aquel momento de la noche podría ser perfecto, las voces le corean nuevamente y ella se asusta, se asusta un montón, porque saber que están por allí es una cosa, pero escucharlas es completamente distinto. La respiración empieza a faltarle y se mira sus brazos, sus piernas, su estómago. ¿Qué tan terrible sería? ¿Qué tan malo sería volver a empezar?
Las mariposas huyen desesperadas por la ventana abierta de su habitación, y sólo una se queda, desafiante, valiente, pequeña. Le canta una pequeña canción de cuna, se le posa en la frente y silencia las sombras. La arropa con otras mariposas menos atemorizadas y la hace dormir. Y la chica llora lo que no lloró despierta, pero entonces su habitación brilla de mariposas nocturnas y ellas se llevan sus lágrimas como un secreto para siempre guardado entre las calles de una ciudad oscura, entre casas pequeñas, habitaciones solitarias.

14 de enero de 2016

Como el universo.

Como cuando las mariposas se posan en tus pétalos y el viento te acaricia la cara. Como cuando las flores se enredan entre los cabellos y el otoño deja caer su manto de colores café.
Somos frágiles, como el universo.

7 de enero de 2016

¿Invierno o Verano?

No sé cuando me gustas más, si en invierno o en verano.
Recuerdo que hace mucho tiempo pensaba que lo que nos hacía estar juntos, era el frío. Necesitábamos del calor del otro para contrarrestar el peso del viento, las bajas temperaturas, esa bonita estación que cubre todo de colores pálidos. Incluso cuando chocábamos como las estrellas, parecía que estábamos bajo el manto de colores invernales. Nos veía abrazados, intentando que el frío no entrara al colchón, hablando de piedras y universos, del futuro, nos veía apasionados, calmados, con la quietud de quien aún tiene tiempo para besar, y reír, y llorar, y pelear; y me doy cuenta allí, exactamente allí, que estoy fundida en ti. Pensé que nos disolveríamos como la nieve con la llegada del calor, que seríamos agua evaporándose, subiendo hacia las nubes y luego cayendo como lluvia, y entonces solo seríamos alimento de plantas, repartidos por ahí, separados.
No sé cuando me gustas más, si en invierno o en verano.
Pero nos veo, nos veo y no nos disolvemos, ni te esfumas, ni desaparecemos. Llega el verano y nos veo revolcándonos en tu cama, sudados, riéndonos, haciendo chistes malos, me veo sentada encima de ti y me doy cuenta de que ahí, contigo abrazándome y yo escondida en tu pecho, exactamente ahí, es mi lugar favorito del mundo. Todo parece más colorido, por supuesto. Se ven las cosas más del color del sol, el cielo más azul, tu cuerpo más colorido y nosotros más vivos. En invierno no me hablabas del futuro con un ''Nosotros'' de por medio. Ahora, de a poco, lentamente me incluyes. Me celas, me demuestras que te importo como no lo hacías antes. Me miras y me sonríes como si me quisieras al menos una cuarta parte de todo lo que te quiero yo.

Es el calor, lo sé. Pero también, en invierno, te quedabas dormido dándome besos, y me tomabas de las manos como si nada te importara en realidad.

Y en verano, oh, en verano, me declaras que me amas con el sol escondiéndose, y me enamoras como si no te dieras cuenta de lo mucho que ya te amo.

Te amo lo mismo en todas las estaciones del año.