6 de noviembre de 2014

¿Qué pasó?

La mañana es calurosa, pero a la vez fresca. La salita blanca es lo suficientemente luminosa por los ventanales como para distraerme de la conversación. El hombre frente a mí me estudia, me pregunta cosas y habla con tono condescendiente, como si estuviera explicándole a una niña por enésima vez qué es un colegio.
Hablaste de ansiedad... ¿Podrías explicarme bien aquello?
Mis ojos se posan en él como si nunca lo hubiera visto antes.
Es como si algo grande, malo, demasiado desagradable fuera a pasarme. Esa desesperación me hace sentirme... Abatida, pero al final es como una tristeza sin causa, la mayoría de las veces no hay una razón detrás, solo eso... Ansiedad y una tristeza extrema.
El resto pasa como un borrón en mi memoria. Jamás lloro, no es algo que haga cuando estoy contando como me siento. Antinatural, eso me haría sentirme aún más débil. Aunque es como si todo el mundo esperara que lo hiciese, que en cualquier momento me rompiera a pedazos y deje de ser yo misma. No sucederá. Nunca.
Y de pronto eso grande, malo, demasiado desagradable para mí, devastador, pasa. Sucede. Me envuelve, me asfixia, me toma por completo. Me sumerge.
¿Qué sientes ahora?
Lo he perdido todo, o al menos así se siente.
Es como si la tristeza sin ninguna razón se haya amarrado a la muerte. Ahora lo único en lo que pienso es en eso.
Ya no hay salas luminosas y pequeñas. Las escenas de la película andante vienen y van tan borrosas que dudo de si realmente sucedieron.
Ya no puedo creer en ningún para siempre, simplemente no puedo, en cualquier momento la muerte alcanza a las personas que quiero. No puedo arriesgarme, no puedo hacerlo.
Han dejado de asfixiarme, han dejado de mantenerme congelada. Las sombras se van. El caos desaparece. Pero no es tan fácil, nunca es tan fácil. Ahora, por las noches, estoy sola. Pero el silencio es angustioso. El silencio es histérico. Me está dejando sin dormir, me estoy torturando sola.
Debería, debería, debería... (Deberías estar muerta)
No de nuevo, no ahora, no tan pronto. Estaba durmiendo, estaba dejando de sentir el apretón en el pecho. Estaba volviendo a sentir. Ya no estaba entumecida. No de nuevo, no ahora.
Volvió el caos, mamá.
Esta noche, vuelvo a sentir los ecos del pasado, arrastrándome, llamándome, acogiéndome con su sombra y sus gritos sordos.

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